(“You my love” – Marcus Foster)
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— No es ninguna molestia papá. Insisto, puedo pasar recogiéndolos —le dije amablemente mientras tomábamos té en la sala, una tradición muy inglesa que él tenía siempre presente y que la recuerdo desde que tenía uso de razón, además un té con limón y un poquito de azúcar era preciso para esta hora—… Sabes que Kristen sale en dos horas del set y estoy seguro que no tendrá problemas en venir por aquí para recogerlos e irnos juntos al concierto —volví a sugerirle cruzando los dedos por detrás de mi chaqueta. Obvio que no quería que nos acompañaran ya que eso sólo significaba menos minutos con mi Kristen y yo quería besarla sin fin todo el camino al concierto.
— ¡Oh no! No me vas a malograr la cita que tengo con tu mamá —objetó.
— ¿Es una cita? —preguntó Victoria con voz incrédula pero cómplice. Yo lo miré de la misma manera acariciando mi mentón y entrecerrando los ojos. Lizzy rió por lo bajo.
— Sí. ¿O qué esperaban? Tengo algo muy especial para su madre esta noche. Asi que cada uno irá por su lado —sostuvo con firmeza cogiendo del platillo uno de los sándwich de atún, lechuga y mayonesa que había preparado mi mamá para el lunch haciéndonos reír y sonreír. Y les digo, solo para ustedes que, los sándwich de mi Kristen son mucho más ricos que los de ella, pero trato de disimularlo para no llevarme ningún regaño de su parte.
Hoy era miércoles y en la noche se celebraría el concierto de Marcus en el “Dingwalls”, un edificio ubicado en la zona de ocio y música del mismo nombre junto a Camden Lock en el cual hay bares, cafeterías y varios clubs. Hacía una semana, Marcus invitó a todos los del grupo a su recital, pero Victoria saldría con su novio, así que decidió invitar a mis padres, y ellos ni cortos ni perezosos aceptaron de inmediato. Siempre habían escuchado las canciones de Marcus en casa y estar en un concierto los haría recordar sus años de juventud… y por lo visto… sería una cita…
Sí, a pesar de los años, mi papá seguía siendo el mismo romántico de siempre, aquel que conoció y enamoró a mi madre cuando apenas tenía diecinueve años… desde entonces nunca más se separaron y para mí, eso, era el ejemplo ideal y mi más preciada meta: vivir con Kristen por siempre hasta el final de nuestros días y si era posible, hasta la eternidad.
— Oh... ¡Noche de concierto en los Hallows! (*) —exclamó Lizzy sentándose en el sillón opuesto, el que se encuentra cerca a la chimenea y al inmenso collages de fotografías y tarjetas.
— ¡No te burles jovencita! —se quejó mi papá sonriendo.
— No pierden su costumbre —dijo Vic.
— Ese es el secreto, ha sido la clave para tener a su mamá feliz. A las mujeres nunca hay que dejar de conquistarlas. Un pequeño detalle, un gesto, una palabra… son cosas que hacen que todo funcione.
— Consigan un cuarto —murmuró Liz en mí oído haciéndome reír mientras Victoria soltaba suspiro seguido de un 'Awww'.
— ¡Dios! Pero si me parece escucharte hablar, Robby… ¡Ustedes dos son igualitos! —exclamó señalándonos—. Los hombres de esta familia son tan “saps”
— ¡Ya me imagino a ti y a Kristen viejitos yendo a bailar al concierto de alguno de los hijos de Sam o Marcus! —Rió Liz haciendo una mímica con sus brazos—. ¡Sera épico! No podrán ni caminar pero estarán abrazos y recontra arrugaditos y…
— ¡Shut up Liz!
— Sólo hablo de la cita de los “Teddy-Boys” (*) —me guiñó el ojo— No te enojes thruster…
— ¡Oh Dios! ¿Seguirás con lo mismo Liz? —le pregunté agestado, ella y Tom siempre me recordaban lo que sucedió en el programa de Jimmy Kimmel… pero, ¿qué querían que diga? ¡Era solo la verdad! Bill siempre nos decía: “Stop thrusting!”
— ¡Hasta que me canse! —respondió mordiendo un pedazo de sándwich. Entrecerré los ojos pensando una rápida respuesta pero sólo recordaba las miles de veces que mis hermanas se burlaban de mí cuando era un niño. Si ha existido alguien en la tierra que haya sido más humillado públicamente por sus hermanas, ese debía ser yo… pero aún así las amo.
— Cuando creo que todo lo has dicho siempre sales con alguna frase más 'comprometedora', en serio que no entiendo como estas vivo, yo de Kristen te hubiera matado hace tiempo.
Aunch golpe bajo... Y eso que aún no saben de la entrevista que hice en la que digo que soy fan numero uno de Kristen desde antes que iniciemos Crepúsculo... ¿Y les dije que también ando enviando indirectas? Bueno sí, unas bien claritas donde dejo en claro que ella es mía desde hace tiempo y sólo yo tengo que ver con la madurez que ha alcanzado... Claro que lo digo de una manera que pasa desapercibido... Soy un genio. Está dicho. (^^)
— Bueno entonces eso implica que no iras con nosotros por unas copas más tarde, ¿no?
— ¿Me estás bromeando? ¿Y malograr los fantásticos planes que tengo? No.
Todos reímos y mi mamá nos miró con curiosidad cuando llegó a sentarse con nosotros, trayendo más sándwiches.
— Yo si voy. Te llamo cerca de las diez para que me digas donde están.
— ¿En dónde vas a estar a esa hora que no sea en la casa? —exigí saber.
— Si hija, ¿a dónde tienes planeado ir? —preguntó mi mamá totalmente preocupada.
Lizzy me miró cruelmente y yo sonreí. Va una a mi favor señor Pattinson… soy un genio.
— Iré con Stace a ver una película —dijo, digiriéndome una mirada asesina. Claro, como los “viejos” no estarían en toda la noche, sabrá Dios a dónde se quería ir… eso me recuerda que tengo ciertos “secretos” de su época de secundaria que podría develar si ella me seguía fastidiando. Muy interesante…
— Vale. Tengo que ir a hacer unas compras para el departamento y luego paso a recoger a Kristen —dije finalmente parándome del sillón.
— Oh… ¿Qué se siente que tu esposa trabaje y que tú no hagas nada?
— ¡Shut up Liz!
— ¡Tú empezaste! —se defendió.
— ¡Claro que no!
— No lo niegues thruster.
— Pero si son como niños… nunca crecerán.
— ¡Ya párenle!
Me hice el enojado y Lizzy también, solo cuando me despedí de todos, ella me sonrió y me quitó la gorra para despeinar mi cabello, como lo hacía siempre cuando éramos niños, yo le di un besito y con la mirada nos disculpamos... Por más jodido que esté, ella y Vic siempre me habían apoyado y nunca podría enojarme con ellas. Abracé a mi papá y me acompañó hasta la puerta, le prometí vernos más tarde en el concierto o en la cena —dependiese de la “cita” con mi mamá—, y me monté a la camioneta negra rumbo al market de mi barrio para comprar algunas cosas que Kristen me había encargado para el día de mañana. Ella quería cocinar algo especial para la cena con mis padres a pesar de que yo le había advertido que aquí en Londres ni siquiera sabíamos que era la fiesta de Thanksgiving, pero ella, mi princesa americana, no le importó, no me hizo caso e igual quiso complacernos… La amaba así, segura, mandona, la amaba toda.
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“Rob. Te esperaré por la puerta 2 porque el sitio por donde viniste la otra noche lo han cerrado. LYSM”
“Mi amor todavía es temprano, ¿no quieres ir a nuestro departamento para comer algo? Estoy hambriento… ya sabes a qué me refiero.”
“No Rob, prometimos a Marcus llegar lo más antes posible. Si demoro, me esperas en mi tráiler”
“Ok, babe. LYT” –fue el último mensaje que le había enviado hacía tres horas mientras seguía en casa de mis padres y que seguía releyendo durante todo el trayecto al set, en Hampshire.
No me creerán, pero esta noche el camino se me hacía más largo de lo habitual, pareciera que no tuviera fin, como si jugara conmigo y mis sentimientos para alargarme la angustia de no tener a mi esposita a mi lado.
Por fin la camioneta se estacionó y bajé de ella nervioso. Saludé a un par de personas con fotocheck que transitaban por ahí, sino me equivoco uno de ellos era el guardaespaldas del Mr. Muscles, o mejor conocido como el cazador (¬.¬), detrás de él vi pasar rapidísimo a la maquillista de Kristen, la cual mi amor nos presentó el primer día que vine a verla al set. Era una chica muy simpática y educada de cabellera castaña clara y ojos miel, podía haberme detenido para saludarla pero mi cuerpo estaba frenético y angustiado, así que caminé con prisa hacia el tráiler de Kristen que se encontraba a unos veinte metros de la segunda entrada al estudio de grabación temporal que habían armado. Me encantaba el hecho que “Snow White” sea una película de acción con tantas escenas al aire libre ya que mostraban lugares muy lindos de Inglaterra y Gales. No veía la hora de ver esa película y de asistir a la premier de la mano de Kristen para mostrarle así todo mi apoyo incondicional. Ese día será épico y estaré muchísimo más orgulloso de lo que estoy ahora de ella.
Ni bien entré al tráiler, su perfume se impregnó en mis sentidos colándose por mi nariz para llegar y colmar cada espacio de mi cuerpo… Estaba en casa… Un familiar hormigueo ya me empezaba atacar el estómago y la misma desesperación que siento cada vez que voy a verla se implantó en mi pecho el cual trataba de contener los latidos de mi corazón que luchaban por salir… Era una sensación que no pensé sentir nunca con tal intensidad y necesidad a pesar que hacía doce horas la había tenido en mi cama, riendo, sonriendo y haciéndole el amor… Era inexplicable, pero la mejor sensación del mundo.
— Hey Honey —volteé de inmediato al escuchar su voz y sin demora, me acerqué para darle un besito en los labios. John nos miró y sonrió cerrando la puerta tras de sí.
— Te extrañé... —sonrió sin abrir los ojos, seguro al igual yo, sintiendo lo extraño pero perfecto que era estar en los brazos del otro. Le acaricié el mentón y quise besarla con mayor ímpetu pero al segundo, la puerta volvía a abrirse y entró una mujer de cabello rubio ceniza la cual, al verme y ver que nos interrumpía, sonrió tímidamente. Era la encargada del vestuario y venía a transformar a mi princesa guerrera en una hermosa mujer de jeans y casaca oscura.
Fuese como fuese, las dos son igual de exquisitas y sexys.
— Señor Pattinson, buenas noches —me saludó
— Hola Sophie —le respondí sentándome en uno de los futones y tomando el libro que yacía en la mesa de madera, era el libro que nos regaló Ellen… ¡pequeña traidora! Kristen nunca me dijo que se había traído el libro al set. El otro día se lo puse “involuntariamente” sobre la mesa de noche de nuestro dormitorio como “quien no quiere la cosa” señalando, con mi súper lapicero negro, algunos puntos específicos, sobre todo el trabajo muscular que debía realizar para prepararse muy bien para cuando mi mini-Kristen decida venir al mundo… y bueno, debo admitir que de paso, mi amor podría ir practicando un poco más Kegel… oh sí… Kegel… algo muy, pero muy útil…
Kristen sólo sonrió al ver mi ceño fruncido acompañada de una suave pero intrépida risa y se fue a un rincón del tráiler para sacarse el vestido, hecho que amé y que me dejó con los ojos exorbitados los cuales trataba de esconder tras el libro. No me había dado cuenta, pero Kristen aún portaba el vestido sin mangas color marrón de estilo antiguo que la hacía ver mucho más apetecible que nunca. Mis ojos se iban de arriba hacia abajo… de izquierda a derecha, de su hombro desnudo hacia la delicada curva de su espalda… Era deliciosa… Kristen me miró adivinando mis pensamientos y se apenó mientras yo seguía imaginándome las mil formas que podía hacer para rescatar y salvar a mi princesa de los más temibles monstruos o enfrentarme a quien fuera con tal de liberarla del lado oscuro escalando la torre más alta misma “Rapunzel”.
Oh sí… un cúmulo de fantasías con solo verla vestida así… y cuando se vestía de guerrera… ¡wow! Se veía mucho más hermosa, llena de coraje y valentía, que dejaría que me haga lo que sea… Mi princesa… mi guerrera… mi Kristen… Debería preguntarle si al final de las grabaciones, en la fiesta, le darían algún regalo… quizá la dejarían quedarse con algún vestuario típico de “Snow White”… ya saben, así aumentaría la lista de mis fantasías, estilo la “faldita de Mallory”… o mi diosa vampira favorita. — Rob, estoy lista —me llamó y pisé tierra. La vestuarista ya no estaba y sólo quedábamos los dos.
— No te quitaste el maquillaje, mi amor.
— Nop. Quiero quedarme así, linda para ti… —arrugó su frente— Uhm no digas que dije eso.
— Tú siempre estás linda, mi amor —le sonreí mientras sus labios se acercaban a mi cuello para besarme con dulzura— ¿Cómo te fue hoy? ¿Te dio mucha trabajo el —tosí sin querer, lo juro—… el cazador? —le pregunté conteniéndome un poco. La verdad era que ya estaba un poco harto de las horas que tenían que pasar juntos. Sí, lo sé, él es casado… pero igual, por lo poco que sé, era muy chistoso y se estaba volviendo muy amiguito de Kristen, claro, no más que el fideo mal cocido de Garrett, pero para mí significaba lo mismo… Ambos pasaban horas tras horas al lado de ella y eso lo quería para mí. Yo quería seguir pasando horas tras horas en un set con Kristen...
— Pues no. Hoy grabamos con Sam y fue muy divertido, sobre todo porque Rusty, mi caballo, empezó a… bueno, no él, es decir, la cola de Rusty empezó a... ¿qué sucede Rob?
— Nada —me encogí de hombros pero sentía mi rostro y mis manos tensarse. Lo juro todo fue involuntario. Yo no soy celoso. Claro que no…
— Oh no… te conozco muy bien…
— Ya sabes… —rodé los ojos derrotado y de seguro fui tan obvio con mi cara de celoso incurable porque Kristen me miró mordiéndose el labio y sonriendo—. No me hagas explicártelo.
Me agarró del cuello de la casaca, con una mano me sacó la gorra tirándola por algún lado y se empinó un poquito para darme un beso, dulce y lento que luego se volvió más apasionado a tal punto que no nos dimos cuenta cuando caíamos al sofá, ella montada sobre mí moviéndose contra mi pelvis y mis manos por todo su cuerpo.
— No sabes cómo extrañé esto, Hon —sonreí en sus labios y la miré con ternura. Me encantaba cuando ella tomaba la iniciativa.